El consumo de cocaína proporciona al adicto una falsa sensación de seguridad, de elevada autoestima y poder, y su consumo continuado aboca en gravísimos problemas de salud, físicos, económicos, sociales y familiares.

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Afecta directamente al sistema nervioso en un periodo de tiempo muy corto, y sus efectos también duran poco, por lo que aumenta la tolerancia al tóxico y hace que su consumo tenga que ser cada vez mayor y con intervalos de tiempo menores.

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Su consumo genera un constante malestar psicológico con repentinos cambios de humor, irritabilidad, depresión, desgana sexual y diversas alteraciones neuronales, así como más que probables problemas cardiovasculares, aumentando el ritmo cardíaco y por consiguiente generando un riesgo muy elevado de padecer un ictus o un infarto de miocardio.

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